Ella habló lentamente y con
gentileza.
Parece que había un ambiente, algo
oscuro.
Un malestar de tristezas, que no
podía cubrir.
Entonces, una sonrisa.
¿Podrá algún día ser precisa?
¿Podría alguna vez ser sencilla?
Nadie sabe.
"Señorita, estoy encantado de
hablar con usted"
"Caballero, el placer ha sido
mío"
Su mirada, la más amigable, cálida
que jamás haya visto.
Imploro, esa noche a la luna y a
las estrellas,
a los astros y al universo.
Entonces:
Señor, las mordidas de una
serpiente puede ser dolorosa y mortífera.
Concediendo respuesta
"Sr. De toda Verdad, solo quiero
una mordida,
Por más venenosa, quiero que sea
ella, quien me quite el aliento
Y acabe con mi sufrimiento".
"¿Dónde está su corazón?
¿Cómo llego a su alma tan pura,
intensa?
¿Cómo puede ser poseedora de
destrucción?"
La luna, las estrellas, los astros
y el universo
Callaron ante el desafortunado.
Bailando ella se encuentra.
Sonriendo, sus dulces movimiento
despliegan inocencia.
Ella no sabe. No tiene
conocimiento.